La época más común y recomendada para la poda general de árboles y arbustos es el periodo de reposo vegetativo, desde finales de otoño (octubre-noviembre) hasta finales de invierno o principios de primavera (febrero-marzo). En este momento las plantas tienen menos actividad, lo que reduce la pérdida de savia y la propagación de hongos, además de permitir una mejor visibilidad de la estructura de la planta. La fecha exacta, sin embargo, puede variar según la especie y el tipo de planta, por lo que es importante conocer las necesidades específicas de cada ejemplar.
En el caso de los árboles de hoja caduca, la mejor época para podar es durante el periodo de latencia, desde finales de otoño hasta principios de primavera. Cuando el árbol ha perdido sus hojas, es posible ver claramente su estructura y reducir el riesgo de enfermedades o debilitamiento.
Los árboles de hoja perenne pueden podarse en dos momentos principales. A principios de primavera y a mediados de verano es recomendable realizar podas ligeras para mantener la forma. También, en algunas especies, a finales del invierno puede hacerse una poda más intensa para estimular el crecimiento de nuevas ramas que favorezcan la floración, dependiendo del objetivo que se persiga.
La poda de los árboles frutales suele realizarse a finales del invierno, antes de que broten las hojas en primavera. Esto permite estimular la producción de fruta y asegurar un crecimiento equilibrado del ejemplar.
En el caso de los arbustos, si no florecen en primavera, se pueden podar a finales de invierno o principios de primavera para renovar las ramas viejas. Si florecen en primavera, lo recomendable es esperar a que termine la floración para no eliminar los capullos florales. Durante el verano, algunos arbustos y setos también pueden necesitar una poda de control para mantener su forma.
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Por último, conviene recordar algunas consideraciones generales: en zonas con inviernos suaves se puede podar desde finales de otoño, mientras que en climas fríos conviene esperar a finales de invierno, cuando el riesgo de heladas fuertes ha pasado. No es recomendable podar durante las heladas, ya que las heridas en las ramas pueden dañarse y aumentar el riesgo de hongos. Además, cada especie tiene sus propias necesidades, por lo que siempre conviene informarse de las épocas específicas de poda para obtener los mejores resultados.